Mis maravillosos «hijos de puta»
A nadie se le escapa, que para ser Campeón del Mundo de la máxima categoría de motociclismo, hay que ser bastante o muy » hijo de puta».
Los pilotos que tanto nos gustan, no tienen que ser buenas personas, no. Pueden serlo, evidentemente, pero a mí ni tan siquiera me importa. Admiramos a los pilotos por su talento, su velocidad, su valentía encima de sus motos. Admiramos al piloto que gana carreras y mundiales, al que frena más tarde y acelera antes, al que derrapa como si llevara el diablo pegado a su colín… Además, si el piloto cae bien, tiene buena fotogénica, es simpático, pues mira tú que bien, seguro que hay patrocinadores que sabrán sacar partido de esas virtudes…pero a mí como aficionado al motociclismo, me importa un «güevo» si es alto o pequeño, guapo o feo, rubio o moreno. Lo que de verdad me importa es como maneja la máquina y, consiga ganar o no, como es capaz de transmitir emociones encima de la moto. Eso es lo que de verdad me importa. Entre otros muchos pilotos, a mi me emocionaban Abe o McCoy, y no ganaron campeonatos.
Siempre hubo grandes rivalidades en nuestro deporte, siempre. De hecho, cualquier deporte o campeonato necesita de grandes rivalidades para hacerlo más emocionante. Desde los duelos de Mike Hailwood y Agostoni, Sheene y Keny Roberts, o este con Freddie Spencer, Eddie Lawson contra Wayne Gadner, Rainey contra Lawson, o Rainey contra Schwantz, Doohan contra Crivillé o Cadalora, Fogarty contra Hislop, Rossi contra Biaggi, Gibernau, Lorenzo o Márquez….todos, todos estos duelos protagonizados por los mejores pilotos de la historia de nuestro deporte, el motociclismo, no estuvieron exentos de fuertes polémicas deportivas y extradeportivas entre ellos….política, traiciones, sometimiento, mentiras y boicots ( de todo esto seguro que Dennis Noyes, Juan Pedro de la Torre o el mismo Jaime Alguersuari pueden llenar libros y libros de anécdotas ) estuvieron a la par del magnífico talento de todos ellos. Por que para ganar un mundial, no basta solo con ser el mejor, necesitas tener el mejor material, y si no lo tienes, el piloto necesita pensar que sí lo tiene, aunque no sea verdad, o por lo menos, necesita pensar que su material es tan bueno como el de la competencia.
A este nivel, el factor psicológico es fundamental. Hay que entenderlo así. El motociclismo es un deporte de «sensaciones». El piloto necesita sentir la rueda delantera, la trasera, sentir la frenada, sentir que domina la moto, sentir que su moto hace exactamente lo que quiere, y para que esto pase necesita tener confianza en su equipo técnico, en su marca, en su máquina, necesita tener la confianza de que tiene lo mejor que le permita pelear por conseguir su meta, el Campeonato del Mundo…y a veces, cuando el rival es duro, tan duro como uno mismo, necesita de recurrir a triquiñuelas, para poder ganar, o para seguir con la confianza que se precisa para ser competitivo. Una victoria o una derrota puede influir positivamente o negativamente sobre esa confianza tan difícil de conseguir. Y al mismo tiempo, afecta a las sensaciones que tiene un piloto para sentirse con la confianza necesaria como para poder luchar por un título de MotoGP.
Rossi, al igual que Agostini, Hailwood, Rainey, Doohan, Fogarty, Márquez o cualquiera de los otros pilotos mencionados anteriormente son pilotos buenísimos, son leyendas con construyeron o construyen sus relatos sobre victorias legendarias, pero muchas de esas victorias, al igual que la vida, no solo fueron o son conseguidas en las pistas. No. Cuando un piloto es el «Rey» intenta influir en su marca, en su equipo, en el campeonato para tener una ligera ventaja sobre su rival…lo saben muy bien Crivillé, o Cadalora en su etapa con la Honda NSR500, lo sabe muy bien Lawson o Kocinski con Rayney, etc, etc…es ley de vida, siempre fue así y así seguirá siendo.
Para mí Rossi, ni ninguno de estos grandes campeones no son ni peores ni mejores que otros grandes pilotos…todos cometen errores, grandes errores y todos tienen aciertos. Todos tienen un gran talento, y ese gran talento está acompañado de un grandísimo trabajo. Todos fueron los mejores en sus tiempos, y todos nos hicieron disfrutar de bellísimas carreras.
La victoria, al final, lo justifica todo, y no estamos hablando de justicia, ni mucho menos, no confundir. Ganar un campeonato del Mundo nada tiene que ver con la justicia. Estamos hablando de ganar campeonatos, carreras en un Campeonato del Mundo de Motociclismo, y todos los pilotos, sin excepción, hace tiempo que vendieron su alma al diablo… y a mí, la verdad, no me importa. No son mis amigos, no son mis ídolos, non son mis ejemplos de vida. Ni quiero ni me interesa que lo sean. Para mí tan solo son pilotos de motos que quieren ganar por encima de todo. Ni más ni menos, y con los que disfruto cada 15 días viéndolos por TV o en el circuito.
Así que benditos «hijos de puta» que me hacen emocionar los Domingos de carreras. ¡Va por vosotros!