Una opinión que no va a gustar a nadie
Estoy recordando nostálgico como hace unos años, no muchos, las maniobras más comentadas, admiradas o controvertidas ocurrían dentro de la pista, durante la carrera o entrenos. Recuerdo nostálgico lo que muchos mal llamamos la época dorada de los 500 cc a principios de los noventa. Mal llamada porque hubo otras épocas doradas, lo que pasa es que quizá ya no las recordemos o sencillamente no las vivimos, pero sí dorada por el nível de los participantes que admirabamos. Los cuatro fantásticos de la categoría reína ya existían, y se llamaban Mamola, Spencer, Roberts y Haslam (por ejemplo), luego se llamaron Lawson, Rainey, Gadner y Schwantz, luego se llamaron Stoner, Rossi, Pedrosa y Lorenzo, y en un futuro no muy lejano se llamarán Márquez, Viñales, Miller y Zarco (por ejemplo).
De la época más querida de los protoabuelos cebolleta como yo, la de los noventa, la de Schwantz y Rainey, la que estamos encantados de habernos conocido lo que más nos marcó fue la pronta retirada de Rainey y uno de los motivos por los que Schwantz terminara retirándose (lesiones aparte): la no presencia de su enemigo íntimo, Wayne Rainey, en pista. Una sinergia que (ese mito actual que es) la prensa especializada celebraba y revendía. Con sólo dos cadenas de TV y un internet pleistocénico nos hinchamos a ver los adelantamientos de Schwantz a Rainey en Hockenheim o Donintong Park así como las derrapadas de Doohan o el carenado colgando de Gadner o, más tarde, los apretados finales entre Crivi y Doohan. Nos machacaron con esas imágenes, eran las que queríamos ver y las que entendíamos que Crivillé era Crivillé porque admirabámos a Doohan. Como ocurría con Schwantz y Rainey, con Lawson y Gadner, con Sito y Garriga.
Si el 3 de febrero de 1959 fue el día que la música murió, el 25 de octubre de 2015 murió este moticiclismo que he descrito y nació otro en el que las imágenes que más se vienen repitiendo por los distintos medios, cibernéticos, televisivos o impresos en papel, se producen con nuestros admirados (¿verdad?) pilotos cuando no tienen el casco puesto sino cacareando una y otra vez, directa o indirectamente, con sus declaraciones o sus acciones fuera de pista, los mismos lemas que durante los mismos años acompañaban a las carreras y que a día de hoy, sobrepasan las carreras.
Y esto es así porque la prensa supuestamente especializada, la especializada y la generalista repercuten una y otra como lo más relevante de un Gran Premio lo acontecido frente a un micro y no a los mandos de una moto. Y, ay amigos, si esto sucede no es porque la prensa sea mala, sino porque los clicks y las estadísticas que la afición generamos mandan, la prensa sólo se limita a ofertar lo que nosotros los lectores demandamos (Empresariales nivel parvulitos), una demanda que a mi parecer no se basa en el espectáculo del motociclismo en sí, sino en cuatro grandes susceptibilidades que sólo son capaces de reconocerse a sí mismas:
1.- la susceptibilidad que siente que el mundo está en contra de Rossi y que se le ataca sin piedad. Aunque sea el piloto que ocupa mayor espacio en los medios con revistas dedicadas en exclusiva a su persona, aunque sea el que más merchandising mueve, aunque sea el que más seguidores en redes sociales aglutina, aunque sea el que llena más espacio en las gradas con sus colores y el más aplaudido allá dónde vaya, el mundo está contra él cuando se le critica lo mismo que a otros pilotos (por ejemplo, un cambio de técnico, un mal resultado, un adelantamiento justito o unas declaraciones fuera de tono). Una susceptibilidad que necesita y sufre abstinencia si no se la alimenta, así que demanda ofertada: hagan click.
2.- la suceptibilidad que siente que Yamaha está en contra de Jorge Lorenzo, aunque le paguen 12 kilos al año, aunque le hayan montando un equipo en torno a su persona con fichajes como el de Wilco Zeelemberg o Alberto Gómez, aunque en su día su presencia costara la salida del mismísimo Rossi, aunque fuera el mismo Lorenzo el que fichara por Ducati antes de recibir una contraoferta de Yamaha, el equipo está contra él cuando se le crítica lo mismo que a otros pilotos (por ejemplo, un mal resultado, una mala adaptación a los neumáticos, un cambio de marca, un adelantamiento justito o unas declaraciones fuera de tono) Una susceptibilidad que sufre abstinencia si no se la alimenta, así que demanda ofertada, hagan click.
3.- la susceptibilidad de que Pedrosa es un mártir, que desde el mismo 2007 acusaba a Honda de fabricar motos inconducibles para él por su peso, tamaño, imposibilidad de hacer palanca y últimamente a Michelin por no hacer los neumáticos que a él le gustan. Aunque Dani demuestre una y otra vez que es capaz de ganar (cuando él decide que está a gusto sobre la moto que le impide), Pedrosa es un mártir al que la política de Honda le impide ser competitivo, y se vuelve cada vez más mártir cada vez que le criticamos lo mismo que a otros pilotos (falta de agresividad, de resultados, declaraciones en contra de su equipo, cambios de técnico…) Una susceptibilidad que sufre abstinencia si no se la alimenta, así que demanda ofertada, hagan click.
4.- la susceptibilidad entre Márquez y Rossi, que desde que no son rivales directos (tanto como lo son Lorenzo y Rossi en éste momento), no necesita ser alimentada como las otras, pero que bien nos hinchó las pelotas el pasado año y pueda que vuelva a hacerlo el próximo año, cubriendo una demanda con la oferta correspondiente.
Entramos en la fase final del Campeonato del Mundo veo como la dinámica informativa y de opinión entre los fans retrocede al pasado, al 25 de octubre de 2015, como un Congreso de los Diputados cualquiera anclado en 1935 mientras el mundo sigue a su alrededor, mientras las carreras se siguen disputando en la pista.
Servidor decidió no volver a escribir de este nuevo motociclismo y hoy he vuelto a romper esa promesa, hay susceptibilidades que necesitan ser alimentadas y yo, desde aquí, lo vuelvo a hacer. Que Brad Binder nos perdone.