El paddock de Moto2 anda algo revuelto. El fichaje de Tito Rabat por el equipo Marc VDS ha sentado como una bofetada en el seno del equipo de Sito Pons, quien afirmaba sentirse decepcionado por la marcha y la forma de abandonar el equipo del piloto catalán.

No entro en valoraciones, porque desconozco como se desarrollan a estos niveles las relaciones piloto-equipo-manager, aunque si me llamó la atención que Pons afirmase que dejar su escudería era un freno para la carrera de Rabat.

Es lógico que a Pons le invada la incertidumbre de ver como dos de sus tres pilotos abandonan la escudería justo esta temporada, cuando los resultados acompañan y tiene a Espargaró y Rabat en la pomada por el Campeonato.

Tampoco es ninguna tragedia. Alternativas hay, y muchas, y si rasca entre la actual parrilla de Moto2, los que apuntan desde Moto3 y los que ofrecen espectáculo en el CEV (cosa que estará haciendo), no tendrá problemas en seguir teniendo una buena alineación. ¿Fichará a Torres, perla del mercado, como se rumorea? ¿Dará el salto Raffin, su piloto en el CEV? ¿Subirá a Salom o a Viñales?

En lo que discrepo personalmente es en el hecho de que el fichaje de Rabat por el VDS sea un paso atrás en su carrera.

Tito Rabat es un trabajador nato que ha ido creciendo en el mundial poco a poco, sin una ascensión meteórica, pero sí asegurando cada paso en su progresión. Unos ascienden rápidamente en el escalafón y otros van sumando puntos en su concurso de méritos personal, y este es el caso de Rabat.

Y ahí puede estar una de las claves. No recuerdo ningún paso atrás en su carrera, cada temporada siempre ha sido mejor que la anterior, y las condiciones que le hayan ofrecido en el VDS las habrá valorado según ese criterio.

El equipo belga tiene dos puntos a su favor. Uno es la capacidad económica que ofrece el que un millonario empresario aficionado a las carreras financie la escudería no solo aportando dinero, asegurando la presencia de grandes profesionales detrás. La otra, la estabilidad. Scott Redding lleva cuatro temporadas desde que se formó el equipo al instaurarse la categoría de Moto2, y Kallio tres desde su retorno desde MotoGp.

Esa estabilidad, por encima de exigencia inmediata de resultados, es un hecho extraño en el paddock a día de hoy y un ejemplo a seguir.

Con su fichaje, Rabat se asegura dos temporadas en un equipo de élite y, quien sabe, estar en el equipo cuando se decidan a dar el salto a la categoría reina.